sábado, 4 de julio de 2009

Aljibes de memoria.

Mi infancia desde que tengo memoria hasta los trece años los pasé en mi inolvidable barrio de Titerroy o Santa Coloma (el cartel de Titerroy lo llegué a ver en la entrada de los cuarteles al barrio cuando era pequeño). En él, recuerdo como se fue formando las calles y se iban levantando casas en los solares donde jugábamos al fútbol, al mismo tiempo se fue colocando el alcantarillado después de muchos años y los tubos del agua y luz.
La luz se iba cuando menos te lo esperabas y el agua, eran tres días a la semana y si todo iba bien llegaba al tanque que había en la azotea. Mi madre era la encargada de la gestión del agua como si fuera un tesoro. Tenía que mirar en todo momento si estaba lleno o si llegaba con presión para poder lavar la ropa o fregar la loza. Era primordial aprovechar la presión de la calle para ducharnos, cosa que en invierno era una tortura porque llegaba un hilillo y me parecía interminable. Con el tiempo, mi madre la calentaba en la cocina y luego con un cacharro nos duchábamos. Todo era cuestión de tener en la cabeza que en cualquier momento te podías quedar sin agua y eso era un suplicio estar pendiente del contador. El agua del tanque no se tocaba sino lo imprescindible porque el suministro era deficiente y cuando creías que había agua en el chorro, ¡ sorpresa !. Con el tiempo todo cambió y la cosa fue mejorando y ya no nos preocupaba tanto. Luego nos mudamos a Playa Honda y ahí la base de toda casa, el aljibe. Ahí si que ya ni sentir lo más mínimo el hecho de que cortaran el suministro porque el aljibe es grande y se hacía a conciencia para evitar posibles fugas o grietas.

Mi suegro, en los días de lluvia parecía que se volvía loco, colocando cacharros aquí y allí para recoger el agua de los canalones y chorros que hay por toda la casa. Al principio pensaba que qué necesidad tenía de acumular un montón de garrafas en una esquina. Luego, durante el verano, entendí esa manera tan olvidada de apreciar lo que muy pocas veces al año nos ofrece el cielo. Las plantas en el interior de la casa estaban hermosas y brillantes, además, mantenían el interior fresco y húmedo, cosa que se agradece mucho en el verano. Yo, ahora, sigo el ejemplo a raja tabla
y no dejamos perder una gota. Siempre comprobando el aljibe y colocando sistemas para el ahorro de agua.

A la gente que el otro día se quedaron sin agua en Titerroy y buena parte de Arrecife deberían empezar a retomar ciertas costumbres que en antaño eran vitales y en la actualidad, bastante recomendable. Piensen que hace unos dos años se quemó la desaladora principal de la isla y la gente sólo le faltó salir a la calle pidiendo a la virgen que pusiera en marcha la maquinaria.

Aljibes y tanques.

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